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sábado, 4 de diciembre de 2010

Lo que de verdad importa

Debemos ser conscientes de que estamos asistiendo a un momento histórico, a un momento que va a tener repercusiones para siempre de aquí en adelante y que va a configurar la forma en que ocupamos el espacio creado por humanos y definido por las reglas de los humanos.


Eso es irrelevante a los efectos del futuro y de internet, a los efectos de nuestra libertad como ciudadanos. Son cuestiones como otras que han surgido antes en la historia, como el affaire Dreyfus o la trama para acusar a España del hundimiento del Maine. Es decir, es importante conocer la verdad de los hechos y saber como actúa el poder, pero no es lo importante en términos absolutos.

Lo que de verdad importa de todo esto se deduce de la reacción de los poderosos, de los que gestionan la soberanía de los estados, que no pueden tolerar verse al desnudo, que sienten tanta vergüenza de sus propias miserias que no pueden aceptarse a sí mismos.

Y esa respuesta, desproporcionada a tenor del contenido de los cables filtrados hasta la fecha de hoy, (no contienen grandes conspiraciones, etc.) es la que nos da la clave de la batalla que nuestra generación debe librar, la batalla de la construcción de internet, de la auténtica internet, de la "internet real".

Por que la red es el espacio más humano que podemos soñar, podemos diseñar el espacio de acuerdo a los criterios que decidamos, somos los "creadores" de ese espacio, no nos sometemos a otras reglas físicas o "naturales" más allá de las definidas por códigos y protocolos informáticos, y esos códigos o protocolos los han señalado expertos y aficionados con sus propias interacciones.

Y por lo tanto, podemos decidir.

Y así ha sucedido, cuando se ha imposibilitado una tecnología (redes P2P centralizadas-Napster), los técnicos han diseñado otra (redes P2P descentralizadas-Emule).  

Debemos concebir internet como un espacio de realización personal, porque en él las relaciones humanas que entablamos nos afectan de manera real, en el que los amigos se convierten en amigos y en el que si nos hieren nos duele. Internet es real. Internet es nuestra calle, es exactamente eso.

Y toca decidir si queremos que esa calle sea un lugar público o un lugar donde lo que hacemos o podemos hacer venga marcado por intereses contrarios a los principios que en algún momento hemos asimilado como propios de nuestra sociedad. Hemos de decidir si la sociedad democrática, humanista y de participación sigue vigente y si sigue teniendo sentido, y de ser así hemos de desarrollarla en este nuevo espacio infinito.

O por el contrario, cedemos la calle a las empresas que obtienen, previa graciosa concesión de nuestras autoridades, el "privilegio" de poder operar a cambio de favores y prebendas.

Esa es la decisión, ni más ni menos, eso es lo que de verdad importa.

Cada ataque, cada reacción, cada intento de acallar Wikileaks supone ponernos frente a la realidad de lo inaplazable, la necesidad de transportar a internet los valores ciudadanos de los que cada cuatro años nos preciamos disfrutar y que en ocasiones olvidamos en la cotidianeidad de la rutina.

Si internet es la calle cualquiera debe poder disfrutarla y si una empresa niega un servicio a un tercero debe poder exigírsele responsabilidades por no permitirle transitar por esa calle.

No se trata de nacionalizar las telecomunicaciones o los servicios en internet, pero sí de someter a las empresas a reglas claras y estrictas si quieren ocupar ese espacio. De recordar que grandes poderes conllevan grandes responsabilidades, especialmente cuando hablamos de información, la base de la libertad.

Debemos recordar que cedemos el uso de la calle, pero no la soberanía sobre ella. Que no siempre van a poder decidir qué o quienes pasan por la calle, que esa decisión es de los ciudadanos y eso es algo irrenunciable.

No quiero o no sé proponer ahora soluciones más allá de las que deriven de las conclusiones que cada uno quiera extraer, sólo quiero ayudar a que adquiramos consciencia de esta realidad, en mi opinión ineludible.

Y si no hacemos nada, ya estamos viendo como evolucionará esto.

Al final es una cuestión de tiempo, cuanto más se tarde en poner las bases más dura y dolorosa será la batalla.

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